lunes, 17 de agosto de 2015

¿Quién lo hubiera dicho? - Capítulo 1


– ¡Hola! – dijo, con una amplia sonrisa dibujada en la cara –. Tengo que contarte algo, pero no me mates – era imposible que la matara, independientemente de lo que fuera a contarle. Aunque Andrés sabía qué iba a decir. Iba a decir que había empezado a salir con Jorge. Su mejor amigo de la facultad se había ligado a su amiga de toda la vida en un abrir y cerrar de ojos. No podía culparlos. Desde que se conocieron se habían llevado más que bien y Jorge tenía ese carisma que hacía que triunfara con cualquier chica que se propusiera.
– ¡Tú también puedes hacerlo! – decía Jorge cada vez que Andrés le preguntaba por su secreto –. Se trata de confianza en uno mismo, ya verás – y entonces giraba sobre sí mismo en busca de un objetivo, caminaba hacia ella y, tres o cuatro frases más tarde, volvía con el número de teléfono de la chica –. ¿Ves?

Andrés inspiró hondo con todo el disimulo de que fue capaz, igual que hacía tras una de las demostraciones de Jorge, y dibujó su mejor sonrisa.

– Cuéntame.

– Pues… – hizo una pequeña pausa dramática – ¡Estoy saliendo con Jorge! – Ahí estaba, pensó Andrés, la temida pero previsible noticia.

– ¿En serio? – fingió sorpresa – ¿Y eso? ¡No me habías contado nada! – dijo, haciéndose el indignado.

– Lo sé… – se encogió de hombros –. No sabía qué pensarías.

– ¡Pues qué voy a pensar! Me alegro un montón por los dos – la abrazó y vaciló un momento, pensando en si debía hablarle de las numerosas tardes que había pasado comentando el asunto con Jorge. Decidió que se reiría un poco de los dos –. Además, ya lo sabía – dijo, con cierto aire de superioridad –. He tenido el placer de ayudar a Jorge en todo esto y, además, se te adelantó y me lo contó ayer por la noche.

 Una sombra de enfado cruzó la cara de Laura. Siempre le habían molestado las triquiñuelas que Jorge empleaba para ligar y pensar que había usado una con ella con la ayuda de Andrés tampoco le hizo gracia.

– No es que yo haya hecho la gran cosa, ¿eh? – se apresuró a intervenir Andrés, viendo su reacción –. A ver, que puede que haya dejado de ir a algún plan para que os quedaseis los dos solos, pero tampoco ha sido todo planeado.

Laura levantó la mirada y se relajó.

– Más vale que sea cierto, por el bien de los dos – contestó, meneando su dedo índice delante de la cara de Andrés –. Bueno, corazón, tengo que irme. He quedado con Jorge – añadió, incapaz de esconder su felicidad.

– Oh – no se esperaba que Laura se fuera tan pronto. Apenas acababa de llegar a casa de Andrés y él esperaba que echaran la tarde juntos, como siempre habían hecho –. Pues ya nos veremos. Cuida de Jorge, ¿vale? – o más bien cuídate de él, pensó para sí mismo.

Vio cómo se marchaba a través de la ventana de su cuarto. Se conocían desde que eran críos y Andrés estuvo enamorado de ella desde el primer momento en que la vio. Había cambiado, y mucho, pero lo que más le encandilaba de ella se había mantenido: el mismo pelo moreno ondulado, la misma sonrisa sincera y el mismo optimismo inquebrantable. Lo mismo que había hecho que Jorge también cayera en sus redes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario